viernes, 25 de marzo de 2016

NACIONAL


¡VIVA LA PATRIA?

Cómo la visita de Barak Obama al país significa una clara señal para que Argentina olvide varios intereses de su política nacional




Por Pepe Beru
Ellos volverán!!

Las actuales circunstancias en las que se halla el país, hacen evidente que las legítimas reivindicaciones sobre la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwiches del sur  puedan ser guardadas en un cajón para no molestar a los personeros de las finanzas internacionales  que tienen estrechos e históricos lazos con Londres.  Seguramente y en este contexto, una arenga como la del título del artículo pueda ser considerada  por los seguidores locales del neocon como “una expresión terrorista”.  Apenas unas horas antes, pisaba nuestro suelo el mandatario estadounidense Barack Obama quien rodeado de una pompa de seguridad imponente, desfilo por Buenos Aires para visitar al prometedor  mandatario de un gobierno de claras tendencias neoliberales.

Sin dudas, que la fecha elegida por Obama para pasear por la Argentina no podía ser más controvertida. Es que a cuarenta años del golpe de estado de 1976, que fue asesorado precisamente por el  entonces encargado del Departamento de Estado Henry Kissinger y coordinado por la CIA, no es muy agradable para quienes, principales víctimas de aquellas jornadas de la pasada trama política argentina,  no hacen a un lado la historia cuando no les conviene.

Igualmente para los cipayos de siempre, “los intereses” están por delante –especialmente los dinerarios- de estas cosas que han quedado en el pasado, sin aclarar qué clase de intereses son.  Con el descaro y la frialdad de las más caras meretrices de un burdel, los arribistas del nuevo “orden nacional” acudieron presurosos y sonrientes al agasajo realizado al mandatario norteamericano y su mujer en el Centro Cultural Kirchner en donde con la conocida habilidad discursiva y un carisma innegable se metió al bolsillo a todos los presentes. Como nota de color, Obama no ahorro recursos para ganarse las simpatías de los presentes y hasta se bailó un tango al mejor estilo “Hollywoodense”, algo que fue entusiastamente aplaudido por los presentes. Hacer una lista de los destacados asistentes es de Perogrullo  ya que son más que conocidos los partidarios y simpatizantes de las políticas y el estilo intervencionista del norte sobre nuestra región.

Ahora bien, presentar a Barak Obama como una especie de “prócer” que ha venido a felicitar al gobierno macrista, es de un simplismo tan ridículo que no hace falta tener que aclarar nada.  En resumidas cuentas, el “nobel de la paz” tiene un extenso prontuario de violaciones a los derechos humanos a nivel mundial. 
Carrió y Bullrich

Recordemos que en su haber aún están presentes las intervenciones en Iraq, la guerra en Afganistán, los asesinatos de la CIA con Drones sobre Pakistán, la operación “Primavera árabe” en el norte de África especialmente con la destrucción de Libia y por supuesto la componenda contra Siria, episodios que han causado la muerte de cientos de miles de habitantes y llevado la miseria a regiones enteras.

En ese sentido Obama no puede venir a enseñar nada; EEUU se ha convertido en un voraz estado saqueador que invade, ocupa y se lleva las riquezas de sus víctimas, mientras que Argentina lejos de estas vilezas es un país que sufre por los negocios sucios de tipos como Paul Singer y sus “amigos locales” que encima, tiene ocupado por Gran Bretaña  el territorio insular de las islas Malvinas.

Pero más allá de esta fecha en particular y de éstas oscuras circunstancias, la cercana y cara fecha del 2 de abril, sin dudas hace más ruido desde el punto de vista de la geopolítica internacional y de una ausente política nacional sobre temas de estado como es “Malvinas”.  Es que hablar de esta causa, sería tocar temas espinosos y poco convenientes no solo para el Foreing Office sino para varias corporaciones y empresas que están invirtiendo en la exploración y explotación de carbón y petróleo  en las islas. Y está más que claro, que con el gobierno de Macri las reivindicaciones diplomáticas o el tratamiento político del tema será cajoneado hasta nuevo aviso, como si de una vergüenza inconveniente se tratarse.  No se trata de una exageración o de un juicio no argumentado. Solo basta escuchar cuales han sido las conversaciones que tuvo Macri con el mismo David Cameron en Davos, quien lo emplazo sin empachos, a que “se olvide de reclamos por Malvinas”.

Pero lo peor no fue ese emplazamiento, sino, el silencio del mandatario argentino. Obviamente que no se trabaría en una discusión que se saliera de los canales protocolares pero, pudo bien haber dejado claro que ese tema es incondicional. Lamentablemente, el mutismo de Macri era una señal asertiva ante el señalamiento de Cameron.

De esta manera, el país retorna al interminable ciclo infantil del “no digan nada que no conviene”, que patea en forma  arbitraria y sin término el desarrollo estratégico del país. De este modo vuelve en forma diferente pero con la misma sustancia, la obsecuencia y el “chupaculismo”  típico de la pendularidad que caracteriza a la clase política argentina y que para peor, nunca se hace responsable.  Como parte de éste costumbrismo muy celebrado por ciertos sectores, no podían faltar los “dinosaurios” de la cultura mediática argentina que tanto hacen por prenderse del tren que en su momento pase.
Islas Malvinas. Argentina

Pero en lo que realmente hace de capital importancia, es lo referente a como seguirá la política de reclamación de la soberanía nacional sobre las ocupadas islas Malvinas, Sandwiches y Georgias del sur, tan estratégicamente importantes para la Argentina como para el lejano gobierno británico a más de 12000 kilómetros de distancia.  Con lo que se ha visto del breve  gobierno macrista se puede intuir que no habrá ningún impulso diplomático por el asunto en clara misión de no “irritar a los capitales” que tan buenas migas hacen en la bolsa de Londres.  Para arribar a estas conclusiones no se requiere de genialidad. Solo basta ver cómo han procedido los grandes entregadores de la misma concepción pragmática como Menem y Cavallo que llegaron a firmar, por intermedio del impresentable y olvidable ministro Guido Di tella,  acuerdos tan vergonzosos como renunciantes de derechos soberanos a favor de la Corono británica.

Hoy para olvidar aquellas pésimas circunstancias y a modo de alejarse de las incoherencias del Menemismo, los actuales “popes” de la renovada  ola neoliberal, rechazan la idea de que se vaya  a producir aquel llamado “alineamiento automático” que caracterizó a las relaciones carnales que no dieron nada al país.  Igualmente se está advirtiendo con meridiana claridad, que habrá condicionamientos desde el mismo gobierno sobre los sectores institucionales y de organizaciones populares que breguen por mantener viva la memoria en torno a la causa de Malvinas.

No hay que olvidar que los años del menemismo neoliberal, fueron años de liquidación de vestigios de nacionalismo y forzado olvido de la causa de Malvinas que, cuando no era rechazada por los mercenarios informativos de costumbre, simplemente era ridiculizada.  Y el factor principal para que ello se diera, era la relación que se había establecido con Washington y más precisamente con la administración republicana de George W. Bush (Senior), quien vio en el entonces presidente Carlos Menen y Cía, un excelente elemento para concretar ambiciosos proyectos –que por suerte- solo se limitaron a la compra por unos cuantos dólares, de  varias empresas estatales. Y bien dicho, “por suerte” ya que entre las ambiciones que se plantearon en esos momentos estuvo la supuesta intensión de insertar a la Argentina dentro de la OTAN; una suposición por cierto, bastante tirada de los pelos.


Ante semejantes precedentes, los argentinos pensantes acuden con seria preocupación a ésta reciclada postura política de abandonar las legitimas reivindicaciones históricas que hacen a una de las zonas más estratégicas y ricas en recursos como es el Atlántico sur a cambio de supuestas ventajas económicas que en realidad, nunca existieron y que nunca existirán para el común de los argentinos.

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